domingo, 8 de noviembre de 2015

Resumen de la entrevista al economista Ha-Joon Chang (U. Cambridge)

Usted sostiene que la economía es la nueva religión y que los economistas se han convertido en sacerdotes ¿Podemos llamarle hereje?

Me hace gracia porque en Wikipedia me definen como «economista heterodoxo». No me importa que me llamen hereje: en muchas cosas no comulgo con la mayoría de los economistas, empezando por esa convicción de estar en posesión de la verdad absoluta. Recurro frecuentemente a la analogía religiosa porque lo que hacen muchos economistas me recuerda a lo que hacían los sacerdotes católicos en la Edad Media: se escondían tras el latín para que la gente no entendiera lo que decían. Lo mismo ocurre con la jerga de los expertos que han convertido el pensamiento económico en una especie de teología.

La economía es una ciencia ¿Verdadero o falso?

La economía nunca ha sido ni será una ciencia al estilo de la química o la física. En su origen, la nueva rama del saber se llamaba «economía política». El propio Adam Smith sabía que economía y política eran inseparables, y que ambas tienen una dimensión ética, muy relacionado con nuestros valores y creencias. Fue la escuela neoclásica la que suprimió el adjetivo de "política" y se empeñó en darle a la economía ese aura de ciencia pura que nunca ha tenido ni tendrá.

¿Qué es un economista heterodoxo?

La heterodoxia es un concepto relativo. En economía del desarrollo, que es mi campo principal, lo que yo digo solía ser lo ortodoxo en los años 50, 60 y 70. Hoy la ortodoxia es la llamada escuela neoclásica. Es una corriente que ve la economía como una colección de individuos racionales y egoístas, interactuando en intercambios de mercado. Esta escuela proporciona conocimientos muy potentes, pero no lo cubre todo. No cuestiona el sistema subyacente y por eso tiene ese sesgo hacia, digamos, el statu quo. Yo trato de cuestionarlo todo el tiempo, y en ese sentido no soy un economista neoclásico ortodoxo.

La economía afecta a nuestras vidas pero la gente la esquiva por considerarla demasiado compleja

Todas las profesiones tratan de que lo suyo parezca mas complicado de lo que es. El fontanero no te explicará todo, porque si lo hace parecería demasiado fácil. Pero los economistas han tenido un especial éxito en ello. La economía en los últimos 30 o 40 años ha estado desempañando el papel de la teología católica en la Europa medieval: funciona como ideología para justificar el statu quo. La gente tiene opiniones muy fuertes sobre muchas otras cosas, sin tener realmente un conocimiento muy profundo. El cambio climático, la política de EE UU en Oriente Próximo. Pero cuando hablamos de economía, se nos ha hecho creer que hay que dejarlo para los expertos. Eso es un enorme obstáculo para la democracia. Se excluyen las decisiones económicas más importantes del debate y escrutinio democrático.

¿La economía no es una ciencia?

En física o química las cosas que investigas no tienen su propia mente, no tienen valores éticos, no tienen posiciones políticas. La ilusión de considerar la economía como una ciencia ha tenido dos consecuencias. Una es que, a nivel intelectual, la materia se ha convertido en muy dogmática. Porque si crees que es un ciencia, no puedes aceptar que haya dos o tres explicaciones de un misma cosa. Esto ha animado a los economistas neoclásicos a excluir otras escuelas. Pero no hay una sola escuela económica, hay al menos nueve. Por otro lado, está la exclusión de los asuntos económicos del debate democrático.

Usted explica que ni siquiera el libre mercado existe como tal, que es una construcción política.

Hace 200 años podías comprar personas, podías comprar opio, podías emplear a niños. Ahora hemos decidido sacar eso del mercado. Pero no hay una teoría económica que diga que no deba haber trabajo infantil. Es una decisión ética, política. ¿Cómo va a ser, entonces, una ciencia?

¿La izquierda ha fallado por no aportar una alternativa económica?

Ha fracasado, y el origen está en el periodo anterior. En los años 80 y 90 muchos partidos socialdemócratas estaban en crisis. Con la desindustrialización, su base política mermaba. Además el colapso del bloque soviético hizo que las ideas de izquierdas fueran desacreditados. Todas, incluso las útiles. Cuando vino la crisis muchos partidos de izquierda estaban en el poder (en España, en Reino Unido…) y la gente asoció a la socialdemocracia con el desastre económico.

¿Es usted un radical?

Radical viene de raíz, significa que piensas en las cosas fundamentales. En ese sentido es un cumplido. Pero es triste que a alguien como yo se le llame radical. Cuando estudiaba economía en los ochenta en Corea, nadie me habría llamado radical, porque radical era un marxista o un maoísta. Ahora todo el mundo se ha desplazado a la derecha y, supuestamente, yo soy un tipo de izquierdas. Pero si se habla de repensar las raíces, estoy muy contento de ser un radical.

(Tomado del diario El País y El Mundo, 2015)


Mientras leía y subía esta información, Take me out de Franz Ferdinand sonaba en segundo plano. ¡A vivir! Me he sentido cansado, casi moribundo, pero dije ¡basta!, duró mucho tiempo este letargo, he revivido porque tengo una ilusión, algo en mi está cambiando, estoy siendo alguien mejor para mi mismo y también para los demás.