Entre el S. XVI y XVIII, la transacciones era entendidas como un proceso de suma cero ("ninguna ganancia se efectúa sin la pérdida de otra persona" -Marqués de Montaigne-). A partir del S. XVIII, se empezó a entender que las transacciones producían beneficios para las partes involucradas, regulados por la competencia, sin intervención gubernamental ("la mano invisible").
En el análisis tradicional se ha entendido que la competencia empuja los precios hacía abajo, al nivel del costo de producción. Las ganancias anormales estimulan a los competidores a bajar sus precios para atraer clientes. La relación precio y costo explica la eficiencia de la competencia. Además, la competencia no solo es eficiente en el campo monetario (utilidad), sino también en la religión, caridad, educación, cultura y los gobiernos. La competencia es esencial en todos los aspectos de la vida.
¿Una carrera hacia arriba o hacia abajo?
"Carrera hacia abajo", los productores no dicen la verdad, compiten obligándose a reducir la calidad. "Carrera hacia arriba", los consumidores no tienen información perfecta, sobretodo en atributos difíciles de observar. Los mercados requieren solo algunos consumidores bien informados, ejerciendo estos una actividad de arbitraje mejorando las condiciones de todos ("Uno puede engañar a toda la gente por algún tiempo, uno puede engañar a algunas personas todo el tiempo, pero uno no puede engañar a toda la gente todo el tiempo").
¿Dónde hay mas ritmo de progreso tecnológico?
En las industrias monopólicas porque internalizan los beneficios (Schumpeter). En la competencia dado que promueve el ingreso de nuevas ideas (innovación).
1. Religión
Una religión recibe privilegios especiales por parte del gobierno del momento (prohibir otras religiones o generar desincentivos para adoptar otras religiones). Las naciones religiosas tienen mayor distribución de fieles entre diversas congregaciones, por ende, donde hay competencia hay más devoción religiosa, pues las religiones para lograr adeptos van innovando su credo.

En los colegios públicos no se puede elegir, viéndose afectados principalmente los pobres, ello permite que sindicatos de maestros y agentes gubernamentales tomen el control y los manejen de acuerdo a sus propios intereses. Las familias pudientes envían a sus hijos a los colegios privados altamente competitivos.
El monopolio en los colegios públicos ha acentuado la segregación por ingreso, antecedentes sociales, raza y demás aspectos relevantes. Mas competencia forzará a que sus administradores mejoren la calidad y, además, las familias ejerzan mayor presión a los políticos para que resistan las decisiones de los sindicatos de maestros.
3. Información y Opinión
Los partidarios de la libertad de expresión y opinión por lo general se oponen a la competencia en el mercado de bienes y viceversa. Los críticos no tienen confianza en que la persona común, en el corto plazo, tenga la capacidad para diferenciar entre las afirmaciones correctas e incorrectas. La libertad económica no solo promueve la prosperidad y el progreso, sino que también estimula la incorporación de la democracia política, y este estimula la innovación en la cultura y en el arte en general. En la actualidad, estas restricciones son cada vez mas difíciles dada la innovación competitiva como lo es internet.
4. Competencia entre monedas
La oferta y demanda del dinero determina los tipos de cambio entre las distintas monedas, de modo que las impopulares perderán valor con el tiempo. Esto permite disciplina en los gobiernos, reduciendo incentivos para expandir sus monedas y financiar a través del déficit, eliminándose las empresas estatales.
En conclusión, la competencia es la sangre de cualquier sistema económico dinámico. La competencia es el fundamento de la calidad de vida y vinculado a los aspectos más trascendentes de la existencia humana además de lo económico.