La otra noche estaba hablando con una polilla.
Trataba ella de meterse en una bombilla eléctrica y morir frita en sus alambres.
¿Por qué te empeñas en realizar esa maniobra? —Le pregunté. ¿Se trata de algo habitual en las polillas? ¡Vaya! Si se tratara de una vela y no de una bombilla eléctrica serías un poquito de repugnante ceniza. ¿Es que no tienes sentido común?
Tenemos mucho —me respondió. Pero sucede que a veces nos cansamos de usarlo, nos hastiamos de la rutina y buscamos la belleza, y la aventura. El fuego es hermoso, y sabemos que acercarnos demasiado nos matará. Pero, ¿qué importa? Es mejor ser feliz un instante y quemarnos en la belleza, que vivir una larga vida de aburrimiento. Nos enrollamos en una bolita de algodón, y luego la hacemos reventar.
Para eso es la vida.
Es mejor ser parte de la belleza un instante y luego dejar de existir, que existir para siempre y no ser jamás parte de ella. Nuestra actitud frente a la vida es:
Lo que fácil se gana, fácil se pierde.
Para poder disfrutar, somos como eran los humanos antes de ser demasiado civilizados.
Y antes de que pudiera contradecir su filosofía... ella voló y se inmoló en un encendedor patentado.
Yo no estoy de acuerdo con ella. Por mi parte, preferiría tener la mitad de su felicidad y el doble de su longevidad, pero, a la vez, me hubiera gustado desear algo tan intensamente como el deseo de ella por quemarse.
[Véase Don Marquis, «The Lesson of the Moth», en The Annotated Archy and Mehitabel, ed. Michael Sims, New York, Penguin, 2006.]
No es difícil adivinar que en la sociedad actual, la vida se ha homogeneizado. Los patrones son similares. Los anhelos individuales se supeditan a lo valores que la sociedad prioriza. Te dicen que eres libre, pero solamente dentro del sistema preestablecido (así como el rey o la reina en un tablero de ajedrez). En realidad, la inmolación de la polilla es la manifestación cualitativa de la libertad, mientras que nuestra libertad únicamente es la expresión cuantitativa de esa libertad dentro de un tablero que denominamos sociedad actual y en la que el barajo de nuestras posibilidades estará supeditado en qué tan capaz seas de mimetizarte.
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